NUESTRA HISTORIA
– 60 años de sabor nikkei –
Más de 60 años han transcurrido desde que el ojichan (abuelo en japonés) Minoru emprendió la aventura más grande de su vida.
Fueron los mismos comensales quienes bautizaron a La Buena Muerte con ese nombre debido a que el primer local se encontraba ubicado frente a una plazuela llamada así, en Barrios Altos. Fue allí donde el oji sin saberlo, inició un movimiento dando rienda suelta a su creatividad; combinando la cocina criolla con insumos japoneses.

Con 10 hijos en ese entonces, una bodega y un talento innato para la cocina, el oji Minoru, fue convencido por sus clientes de abrir un restaurante, el cual fue bautizado como “La Nueva Ola” debido al género de música que se encontraba de moda por ese entonces.

Al poco tiempo, la originalidad y sabor de su propuesta basada en pescados y mariscos atrajo y conquistó nuevos paladares limeños. Fueron los mismos comensales quienes re-bautizaron el local como “La Buena Muerte”, ya que se encontraba frente a la iglesia que llevaba el mismo nombre en la esquina de los jirones Paruro y Áncash, en Barrios Altos.

Por estos años, La Buena Muerte ganó mucha popularidad. Los comensales formaban largas colas desde temprano y las grandes fuentes de comida servidas en el mostrador se agotaban en cuestión de minutos.

Todo esfuerzo tuvo su recompensa. El oji había comprado un terreno que poco a poco fue construyendo y amoblando. Después de muchos años de planificación y obra, cumplió el sueño de mudarse a un local propio a media cuadra.

La epidemia del cólera y la crisis económica de los años noventa, golpearon duramente al negocio familiar. Al mismo tiempo, el acceso al Centro de Lima se hacía cada vez más difícil.

Con el deseo de seguir llevando la sazón del oji a nuevos rincones de la ciudad, Rafael, el penúltimo de 14 hijos, decidió, con la aprobación de su padre, abrir un segundo local en Santa Catalina junto a su esposa Erika.

Tras 10 años, este segundo local situado en Rodolfo Beltrán se mudó a la calle Luis Aldana, también en Santa Catalina, donde permanece hasta la actualidad.

No muy consciente de su legado y sin imaginarse el movimiento que inició en la gastronomía peruana con la creación de la comida Nikkei en el Perú, el oji Minoru falleció un 17 de febrero del 2004, rodeado de todos sus hijos, nietos y bisnietos.
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¡Cumplimos 60 años! Y quisimos celebrarlo renovando nuestra imagen. La Buena Muerte es y siempre será un espacio para compartir con amigos y familia, descubrir nuevos sabores y pasar un grato momento. Nosotros seguiremos con el objetivo de siempre: que la tradición que inició el oji Minoru se mantenga viva y llegue a nuevas generaciones con la misma sazón y originalidad de siempre.